Las representaciones humanas en el arte bizantino nos permiten apreciar dos tendencias: un clasicismo refinado, o una cierta propensión a las representaciones abstractas. Seguían ciertas normas, a fin de que por la fisonomía o el color las figuras fueran reconocibles. Así, San Pedro era representado ordinariamente con barba blanca, Cristo con los colores azul y oro, etc.
En la pintura de esos iconos se conservan siempre tipos fijos en la configuración de rostros, posturas y ademanes, así como la frontalidad y la espiritualización visionaria, con la cual se intenta lograr la autenticidad exigida y la mágica relación la original.
En la pintura de esos iconos se conservan siempre tipos fijos en la configuración de rostros, posturas y ademanes, así como la frontalidad y la espiritualización visionaria, con la cual se intenta lograr la autenticidad exigida y la mágica relación la original.
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